La leyenda de los 47 rönin. Parte 3.
Una vez esquematizada la historia de Japón, nos situaremos en el tercer shögunato, entre los años 1701 y 1703, siendo shögun Tokugawa Tsunayoshi, período en el que se desarrolló la conocida y legendaria historia de los 47 rönin en el Japón del siglo XVIII, que ejemplifica el código de honor samurái, el Bushido.
El importante impacto legendario de esta historia, probablemente se debe a que en esa época sin guerras, la clase samurái buscaba tener un sentido en sí misma, pues eran guerreros sin guerras, una clase social destacada, sin función.
En el año 1701, el daymiö -daimio- Asano Naganori fue seleccionado por el shögunTokugawa Tsunayoshi, para ser uno, entre varios daimios, con la obligación -entre otras- de entretener a los visitantes de la Familia Imperial en las visitas que pudiera realizar al palacio del shögun. La instrucción para cumplir lo más brillantemente posible esa obligación fue encomendada al maestro de protocolo del gobierno del shögunato, –bakufu-, Kira Kozukenosuke Yoshinaka, que en seguida comenzó a instruir a Asano en asuntos de etiqueta. Kira, era un hombre difícil, que esperaba que a cambio de la formación, el daimio Asano le diera una suma de dinero. Asano se negó, al considerar que era deber de Kira realizar esa enseñanza ordenada por el shögun.
ShögunTokugawa Tsunayoshi.
A partir de ahí, y además con una mala relación personal, Kira no perdía oportunidad para humillar a Asano. Un día, Kira insultó al daimio públicamente, y éste, dentro del castillo de Edo, mansión del shögun, perdiendo la conocida estabilidad emocional japonesa, desenvainó su nihontö -espada de los samuráis- y la blandió contra el que era su maestro en las lides de protocolo. Kira resultó ligeramente herido y Asano fue arrestado inmediatamente.
En esa época, existía una ley, que condenaba por igual a las dos partes de una disputa. Sin embargo, y a pesar de ello, Kira no fue condenado y, en cambio Asano, fue obligado a cometer seppuku antes de acabar el día.
Atacar a otro con furia iba contra la ley, agravándose, si la agresión se producía entre dos señores, y más en el palacio del shōgun. Asano apenas se defendió al declarar delante del shógun durante la vista, declarando su fidelidad al mismo, manifestando su pena por no haber acabado con Kira.
El shōgun condenó a muerte al daimio, ofreciéndole la posibilidad de realizar seppuku. El shōgun decretó también la confiscación de todos los bienes de Asano y el arresto de su hermano.
El daimio Asano realizó la ceremonia seppuku y nombró para el golpe de espada –kaishakunin– al jefe de sus samuráis y amigo Oishi Kuranosuke.
A partir del momento de la muerte de Asano, todos sus samuráis se convirtieron en rönins.
Los restos de Asano fueron enterrados en Sengaku-ji, un templo budista situado en el barrio de Takanawa, en Tokyo.
Cuando las noticias de lo acontecido llegaron al castillo de Asano, 48 de los 200 samuráis a su servicio se reunieron y conjuraron, para proceder a una venganza inmediata, asesinando a Kira, a pesar de que sabían que serían condenados a muerte por ello, o quizá utilizar una vía más sutil, simulando desinterés por la venganza, ya que Kira incrementaría notablemente su seguridad después de lo acontecido, dejando pasar algún tiempo para actuar posteriormente.
Los 47 ahora rōnin, hicieron un juramento secreto para vengar la muerte de su señor, y siguiendo la opinión del jefe de los que fueron samuráis de Asano, Oishi Kuranosuke, abandonaron el castillo de su señor en paz, dispersándose como trabajadores menores, y a partir de ahí, comenzaron a preparar la venganza, que de momento parecía imposible por la estrecha vigilancia a la que les tenían sometidos los hombres de Kira.
El plan de Oishi, pasaba por esperar a que Kira se confiara con el tiempo, mientras ellos esperarían lo preciso para que la seguridad se fuera relajando. Los rōnin de Asano fueron acumulando y escondiendo armas y armaduras, mientras realizaban trabajos de sirvientes, mostrando su líder Oishi, desinterés por todo, y aparentando ante los posibles vigilantes, ningún interés por la vida. Mientras, Kira bien protegido por una guardia personal ampliada, y con su residencia muy fortificada, impedía que pudieran atentar contra su vida.
Oishi se fue a vivir a Kioto, se divorció de su mujer, y junto a sus hijos, la envió a un lugar lejano, comprando una concubina y frecuentando tabernas y casas de juego, como si la idea de la venganza no existiera en su mente. Era encontrado a menudo tirado en la calle, borracho, conductas indignas de un samurái, llegando a vender su nihontö -espada- para pagar una deuda de juego. Su conducta mereció el desprecio de sus conciudadanos, siendo informado de ello Kira, que al mismo tiempo, recibía informes de los que espiaban al resto de rönin, considerándolos incapaces, indignos y sin valor para vengar a su señor, lo cual le fue tranquilizando respecto a la posibilidad de sufrir un atentado contra su vida.
El resto de los vasallos de Asano, se fueron reuniendo en Edo, lugar donde estaba la capital -hoy Tokyo-, con el shögun y Kira, colocándose en trabajos de sirvientes y comerciantes, consiguiendo acceder a la mansión fortificada de Kira, familiarizándose con el diseño de la casa. Uno de los vasallos de Asano se casó con la hija del constructor de la mansión, obteniendo así los planos.
Poco a poco Kira relajó las medidas de seguridad y fue en ese momento en el que Oishi decidió el ataque de los rōnin. Los cuarenta y siete se reunieron el 14 de diciembre de 1702, y después de armarse, iniciaron la operación de ataque durante la noche. Una vez dentro de la mansión de Kira, se dividieron en dos grupos, matando a los hombres de éste, que aunque inicialmente fueron cogidos por sorpresa, reaccionaron, haciendo frente a los atacantes, matando a uno de ellos e hiriendo a más de la mitad.
IFueron 48 röning los inicialmente conjurados, pero la familia de Kayano Sanpei, impidió que éste interviniera en la venganza, viéndose obligado a cometer seppuku antes del ataque, para limpiar su honor, al no poder participar en la venganza de su señor y maestro.
Kira al oír los gritos y ruidos de los aceros, se asomó al exterior, siendo inaprensible para él lo que estaba ocurriendo. Fue buscado por Oishi, quien le invitó a cometer seppuku. Como no tuvo ni el valor, ni la honorabilidad para quitarse la vida, Oishi le decapitó con la espada de Asano. La cabeza fue clavada en una pica y llevada al templo donde había sido enterrado su señor. La limpiaron en un pozo y la presentaron ante su tumba.
Asalto de los 47 rönin.
Una vez muerto Kira, los Ako Gishi, como se les conoce en Japón, se entregaron a las fuerzas del shögun, aun sabiendo que la pena capital sería su condena. El shōgun los juzgó, celebrando la obediencia de los röning a su jefe Oishi y su lealtad a su señor Asano, mandando encerrarlos, pero no tratarlos como criminales. El 4 de febrero de 1703, después de 47 días llegó la sentencia en la que fueron declarados culpables, aunque no sin controversia, y por su gesta honorable, no se les ejecutó como a criminales, sino que se les condenó a cometer seppuku, el suicidio ritual.: debían morir, pero se les concedía el gran honor de morir por seppuku. Oishi anunció que lo harían por fases y pidió que su hijo Chisaka fuera el primero.
Posteriormente, y tras su muerte, fueron enterrados junto a su señor en el complejo del templo Sengaku-ji de Tokio. Los 46 rōnin –Ako Gishi, como se les conoce comúnmente en Japón- están enterrados junto a su señor Asano y el cuadragésimo séptimo, Terasaka Kichiemon, único ashigaru –samurái de bajo nivel social- del grupo de los 47 rönin, que fue el encargado por Oishi para difundir la noticia del éxito de la venganza, fue indultado, viviendo hasta los 87 años, siendo enterrado asu muerte en el cementerio Sokeiji de Tokyo con su mujer. En este cementerio también fue enterrado el 48 rönin inicialmente conjurado Kayano Sanpei, después de cometer su seppuku ante la imposibilidad de participar en el asalto a la residencia de Kira por impedírselo su padre.
Puerta de entrada a las tumbas de los 46 rönin, de Asano y su mujer, y los 2 cenotafios de los ausentes.
En el templo Sengakuji, además de la tumba de Asano y su mujer y la de los 46 rönin, hay 2 cenotafios con los nombres del que fue indultado y del que cometió seppuku previamente, Terasaka Kichiemon y Kayano Sanpei, ambos enterrados en el cementerio Sokeiji de Tokyo.
La acción de los 47 samuráis, al margen de vengar la muerte del daimio Asano, sirvió para que se restablecieran las posesiones de su señor y le fueran devueltas a su familia.
El templo Sengaku-ji es un templo de la escuela Soto del budismo zen muy famoso en todo Japón. El templo fue construido cerca del antiguo castillo de Edo en 1612 por orden de Tokugawa Ieyasu, incendiándose 30 años después, volviendo a ser reconstruido de forma inmediata en su ubicación actual, cerca de la estación de tren de Shinagawa.
Tumba del señor Asano.
Tumba de Oishi Kuranosuke.
Tumbas de los 46 rönin.
Una de las tumbas con ofrendas de sake y cerveza.
Cenotafios en memoria de Terasaka Kichiemon y Kayano Sanpei
Actualmente es un templo muy popular y son muchos los que acuden y queman incienso frente las tumbas de los samuráis y su señor, como muestra de respeto. Cada tumba está marcada con el nombre del samurái y todas tienen un espacio para flores y ofrendas.
Estatua en bronce de Oishi Kuranosuke.
Una estatua del líder de los rönin Oishi Kuranosuke embellece uno de los patios del templo, y tres ciruelos siguen erguidos tras más de tres siglos:
El ciruelo Chizome, árbol que fue salpicado por la sangre de Asano Naganori cuando cometió su seppuku en el jardín de la residencia del shögun.
El ciruelo Chizome.
Piedra junto al ciruelo Chizome manchada con la sangre de Asano.
El ciruelo Chikara bautizado con el nombre del hijo mayor del líder de los rönin, Oishi Kuranosuke, que participó con 16 años en la venganza contra Kira. Fue el primero en cometer seppuku o suicidio ritual tras la condena del shögun.
Ciruelos Yochi y Chikara.
El ciruelo Yochi que fue un regalo de la mujer de Asano Naganori, a la religiosa que cuidó de las tumbas de su esposo y de los 46 rönin.
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Una de las cosas que mayor bienestar y satisfacción me producen es el planteamiento de una venganza y su consumación, sé que no es muy cristiano pero…yo solo soy un pobre pecador.
Planeamiento no planteamiento.
Una historia que perdura y seguirá viva mucho tiempo mas. La historia de Oishi Kuranosuke y sus compañeros. Fuerza y honor . es muy bonita esta historia y la música te mete dentro de ella. Bravo .
Salud2
Muchas gracias. Abrazos
Los ninjas y los samuráis son dos figuras icónicas de la cultura japonesa, pero a pesar de su parecido en términos de indumentaria y habilidades de combate, tienen orígenes y roles históricos distintos.
Los samuráis eran guerreros nobles que pertenecían a la clase social privilegiada de la sociedad feudal japonesa, conocida como la casta samurái. Estos guerreros surgieron en el siglo XII, como una fuerza militar para proteger las tierras de sus señores feudales. Los samuráis eran expertos en artes marciales, y su código de honor, conocido como Bushido, enfatizaba la lealtad, la disciplina, el coraje y la rectitud. Sobre todo la lealtad, algo tan difícil de encontrar en estos tiempos.
Los ninjas, sin embargo, eran agentes secretos y espías que operaban fuera de la estructura social y militar convencional. El origen de los ninjas se remonta a los siglos XIV y XV, cuando los campesinos y artesanos que vivían en las regiones montañosas de Japón, comenzaron a organizarse en grupos de guerrillas para resistir la opresión de los señores feudales. Los ninjas eran expertos en técnicas de infiltración, sabotaje y asesinato, y se les consideraba un arma secreta en tiempos de guerra.
En cuanto a la vestimenta y armamento, los samuráis llevaban una armadura de hierro llamada yoroi y un casco -kabuto-, mientras que los ninjas llevaban ropa ajustada y oscura para camuflarse en la noche. Los samuráis solían portar espadas o alfanjes japonesas largas y curvas -katanas: kun yomi-, mientras que los ninjas preferían armas más sutiles como el shuriken – especie de estrella arrojadiza- y el kunai -cuchillo con buena estructura para lanzar a distancias medias-.
En resumen, aunque los samuráis y los ninjas comparten algunos elementos comunes en términos de habilidades de combate y vestimenta, su origen y función históricos son diferentes. Los samuráis eran guerreros nobles que formaban parte de la casta militar feudal japonesa, mientras que los ninjas eran agentes secretos y guerrilleros que operaban fuera de la estructura social convencional.
Abrazo fuerte