¡DEMOCRATIA DELENDA EST! Parte 1.

Marco Porcio Catón el Censor, también llamado Catón el Viejo, nació en Tusculum -península itálica- en 232 a.C. muriendo en el 147 a.C.

Catón el Viejo fue un político, escritor y militar romano que procedía de una familia plebeya adscrita a la gens Porcia, que se habían distinguido por sus servicios militares, pero que no habían llegado a desempeñar magistratura alguna.

Catón el Viejo.

Catón fue criado a la manera latina, instruido en la agricultura, ocupación en la que empleaba su tiempo cuando no estaba ocupado en los asuntos públicos o en la guerra.

Fue tutelado por Lucio Valerio Flaco, que lo llevó a Roma, donde fue ascendiendo a través del cursus honorum: tribuno de la plebe, cuestor, pretor, cónsul junto a su protector, y por último censor en 184 a.C.

En su última ocupación de censor, se distinguió por la defensa de las tradiciones romanas en contraposición a la corriente helenística, protagonizando por ello un duro enfrentamiento con Escipión el Africano. Como político, Catón se distinguió por ser el mayor defensor e impulsor de la tercera guerra púnica contra los cartagineses cuyo final no viviría (149 a 146 a.C.).

Catón, utilizando el recurso de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, que, veinte siglos más tarde, fue utilizada con algún matiz por el ministro de ilustración pública y propaganda de Adolph Hitler, Joseph Goebbels, y hoy es muy utilizado por el gobierno de coalición progresista de Sánchez, acusó  en Hispania al pueblo cartaginés de romper el Tratado del Ebro, en el que se establecía que los cartagineses no podían cruzar hacia el norte del río ni los romanos hacia el sur.

Cuando los cartagineses sitiaron la ciudad de Sagunto –que no se encontraba al norte del río Ebro-, se desencadenó la segunda guerra púnica, no debido a que los cartagineses incumplieran el Tratado, sino porque la ciudad era aliada de Roma.

Catón participó como militar en la segunda guerra púnica (218 a 202 a.C.), combatiendo en las batallas de Metauro -donde resultó muerto Asdrúbal Barca– y Tarento. Como resultado de esta guerra, Roma se anexionó el territorio púnico de la península ibérica, siendo nombrado Catón procónsul de Hispania Citerior. Durante esta etapa, dirigió acciones de castigo contra la población ibera, eliminando con mucha crueldad a los insurgentes, aplastando a un ejército ibero cerca de Ampurias, pacificando la región por la fuerza. Cuando marchó de Hispania se llevó un cuantioso botín, en su mayor parte procedente de la venta de la población esclavizada.

La segunda guerra púnica enfrentó a cartagineses y romanos durante diecisiete años, terminando con la victoria romana en la conocida Batalla de Zama –cerca de Cartago, actual Túnez, en la que  participó Catón, en el bando romano dirigido por un joven Publio Cornelio Escipión el Africano, y el cartaginés, por Aníbal Barca, en las llanuras de Zama Regia en 202 a.C.

Escipión el Africano.

Anibal Barca.

La derrota cartaginesa supuso la reducción de su flota, la pérdida de territorios fuera de África y el pago de importantes reparaciones de guerra, entre otras cosas.

Tras algunos años, Cartago volvió a tener una gran prosperidad económica, con Aníbal dedicado a la dirección política hasta su exilio, en el que vagó por Asia, ofreciendo sus servicios a diferentes reyes, muriendo en 183 a.C.

En 191 a. C. participó Catón como tribuno en la campaña contra el imperio seléucida de Antíoco III Megas, participando en la batalla de las Termópilas, con victoria romana. A partir de ahí y ya en su carrera política, se presentaba a sí mismo como soldado de Roma, hijo de Marte y también de Júpiter.

Mapa de los movimientos en la segunda guerra púnica. En círculos azules los lugares en los que participó Catón.

La prosperidad económica de Cartago fue advertida por el propio Catón, que años más tarde en el 157 a. C., 10 años antes de su muerte, fue enviado por Roma en una comisión para mediar entre Cartago y Masinisa el rey de Numidia, que se encontraban en conflicto. La embajada que envió Roma quedó impresionada por las evidencias de la prosperidad cartaginesa, lo que a Catón le indujo a estar convencido de que la seguridad de Roma dependía de la aniquilación de Cartago, dadas la riqueza que había generado la ciudad en  no demasiado tiempo y el aumento de su población. A partir de entonces, remataba todas sus intervenciones en las sesiones del Senado y fuera de él, con el aserto: Celerum censeo Cathaginem esse delendam Por lo demás, opino que Cartago debe ser destruida-.

El tiempo y la vulgaridad en la trasmisión de los datos de la Historia, ha trasformado la famosa frase en, Carthago delenda estque es como ha llegado hasta nosotros, con el significado conocido de Cartago debe ser destruida.

Plutarco cuenta el remate de todos los discursos de Catón en relación a Cartago, alentando al Senado y al pueblo romano, para que se procediera a la destrucción total de la capital púnica. También relata como a contrario sensu, Publio Escipion, llamado Nasica, siempre terminaba sus intervenciones en el Senado declarando Me parece bien que Cartago exista.

A partir de ahí, se dio el debate de qué se debía hacer con la mencionada ciudad: por una parte, la prosperidad de Cartago suponía una amenaza para los romanos, pero, por otra parte, los defensores de no entrar en guerra, afirmaban que Roma necesitaba enemigos fuertes, para que los ciudadanos romanos no se descuidaran imbuidos de la soberbia de creerse los más grandes e invencibles.

La destrucción de Cartago fue la última empresa política de Catón que murió sin ver cómo se llevaba a cabo. Plutarco narra que Catón profetizó que la guerra la tendría lugar y sería dirigida la finalización, por la parte romana, por un hombre joven entonces, que servía en el ejercito como tribuno militar y mostraba acciones de prudencia y audacia en los combates. Y más o menos ocurrió de esa manera, pues poco tiempo después de la muerte de Catón, Escipión Emiliano, llevó a cabo la campaña de destrucción de la histórica ciudad en el año 146 a. C.

Cuenta Apiano que Escipión lloró al ver la ciudad arder y rezó a los dioses, lamentando el destino de tan gran ciudad, comparándola con Troya.

A Catón el Viejo -enemigo sin ambages ni medias tintas de la cultura griega- se le considera el primer escritor en prosa latina de importancia, y fue el primer autor de una historia íntegra de la península itálica en latín. Algunos historiadores han pensado, que de no ser por el impacto que causaron sus obras, el griego habría sustituido al latín como lengua literaria en Roma. Su manual De agri cultura –De re rustica- es la única de sus obras que ha sobrevivido en su totalidad.

Probablemente Catón fue un gran soldado, escritor, filósofo y político, pero quizá este rechazo de plano a la cultura helenística permitiera pensar que se diera algún paseo por el paraíso de los necios..

Catón ha pasado a la historia por su labor en defensa de las antiguas tradiciones romanas, que él creía amenazadas por el contacto con el mundo helenístico. Su política general consistió, en el expolio y la represión de los pueblos vencidos y en la ostentación del poder militar romano. Se enfrentó a Escipión el Africano y a su hermano el Asiático, a los que consideró como los principales propagandistas del helenismo de su tiempo.

Veintiún siglos después, Ortega y Gasset sentenció al rey Alfonso XIII adaptando esta expresión latina a la situación política de la España de entonces, escribiendo un artículo en El Sol  titulado Monarchia delenda est.

José Ortega y Gasset.

El filósofo español tras impulsar la expulsión de la monarquía y la implantación de la república, a su regreso del exilio abrazó al franquismo de aquella manera, burlándose del desaliento de los que defendían la superioridad de las razas vasca y catalana frente al impulso civilizador de Castilla.

Ortega que desde sus primeros escritos manifestó un claro interés por la política concebida como pedagogía social y cuyo objetivo debía ser, en primer lugar, resolver los problemas de la vida pública nacional, creó La Liga de Educación Política en el seno de la que posteriormente se denominó Generación del 14. Los miembros de la Liga de Educación Política compartían muchos caracteres que eran extensibles al conjunto global de esa Generación: ampliación de estudios en el extranjero, principalmente en Alemania, cambio de actitud ante la política y de los políticos, compatibilizando totalmente la función política y la creación intelectual, teniendo la formación política un carácter plenamente universitario.

Se trató de un grupo de intelectuales comprometidos con la realidad nacional, aunque apartados de la política profesional, pero decididos a influir en el ámbito político para mostrar entre otras cosas la importancia del liberalismo y la nacionalización en la construcción del Estado español. Todos se aproximaron al nuevo partido que había surgido en la vida política española: el Partido Republicano Reformista, liderado por Melquíades Álvarez y Gumersindo de Azcarate. El compromiso de todos ellos era contribuir al nacimiento de una nueva política.

To be continued in part 2 and last.

Música:  Corte de The Best of Chopin.