Ausencia de apoyos internacionales al gobierno republicano durante la Guerra Civil de 1936: razones. Parte 2.

Los países de la Entente, a excepción de E.E.U.U., se habían comprometido al desarme de los intervinientes en la Primera Guerra Mundial mediante el Tratado de Versalles y  el Pacto de la Sociedad de Naciones. En febrero de 1932, se reunió en Ginebra una Conferencia de Desarmefecha de la visita de Herriot a España– en la que participaron los miembros de la Sociedad de Naciones, E.E.U.U. y la U.R.S.S.

A esa cita de 1932, diplomáticos y expertos de todo el mundo acudieron a la ciudad suiza para participar en la primera Conferencia Internacional de la Sociedad de Naciones para la Reducción y Limitación de Armamentos. Mientras se reunían en Ginebra, la aviación japonesa destruía Chapei, el populoso distrito de Shanghái. Los diarios de todo el mundo publicaron en primera plana las fotos del bombardeo  y la de muchos de los reunidos con sus bombachos de cuadros, su gorra y su driver jugando al golf.

En el discurso de inauguración Arthur Henderson, presidente de la Conferencia decía: –El mundo quiere el desarme. El mundo necesita el desarme. Tenemos en nuestras manos la posibilidad de cambiar la historia….La idea fue silenciada por el bombardeo metódico de Shanghái, donde los japos intentaban acabar con la resistencia china.

Además, los desacuerdos en la definición de las categorías de material de guerra dificultaron las labores de la Conferencia: Francia, preocupada por su seguridad ante Alemania fue particularmente renuente a acordar cualquier tipo de limitación militar. Alemania, cuyo poderío militar había sido mermado de forma muy significativa por el Tratado de Versalles, respondió a las aspiraciones francesas, proclamando su derecho a la igualdad con las demás potencias, amenazando con su rearme en el caso de que éstas no llevaran a cabo un desarme similar al que se aplicó a Alemania tras Versalles.

Ante la imposibilidad de avanzar, la Conferencia se suspendió. Al reanudarse en octubre de 1933, la nueva Alemania hitleriana, que ya había iniciado el rearme, se retiró de la Conferencia y de la Sociedad de Naciones.

Tras el impacto inicial por lo acontecido, y la falta de acuerdo de los participantes en cada una de las reuniones, la Conferencia siguió reuniéndose de forma discontinua hasta 1937, pero era obvio que había fracasado definitivamente.

La vocación de neutralidad política positiva del gobierno republicano español quedaría plasmada en la creación del Grupo de los Ocho, a iniciativa del ministro de Estado Luis de Zulueta, que ocupó el cargo durante el segundo gobierno de Azaña entre diciembre de 1931 y junio de 1933, secundada por Salvador de Madariaga, iniciativa que cuajó en febrero de 1932, durante el inicio de la Conferencia de Desarme. Este Grupo lo integraban Bélgica, Holanda, Suiza, Suecia, Noruega, Dinamarca, Checoslovaquia y España; el conjunto de naciones de potencia media, de intención neutralista de 8 quedó reducido a 6, al deber abandonar el Grupo por tener firmados pactos de alianza previa con Francia Checoslovaquia y Bélgica, debiendo seguir la posición francesa en política exterior.

Este abandono ocurrió tras la llegada de Hitler al poder en 1933: el grupo de los 8 quedó reducido a 6 como se ha dicho, siendo conocido como el grupo de los neutrales, ante la percepción internacional del peligro de una nueva guerra, apreciación que tomó mayor énfasis cuando Italia invadió Etiopía en 1935.

En el momento en el que los desequilibrios entre las grandes potencias se agudizaron, las pequeñas, limitaron totalmente sus actuaciones, actuando como lo que eran, pequeños países demoliberales, buscando la neutralidad a toda costa, en medio de una gran crisis internacional.

A pesar de la intensa labor diplomática de la Sociedad de Naciones, sus principios de paz a toda costa acabarían pronto perdiéndose en los intrincados conflictos de intereses políticos, estratégicos, y económicos de sus miembros, que se dirigían ya sin freno a otra gran Guerra Mundial.

La República española hizo la política exterior que le correspondía a una pequeña potencia democrática y liberal en medio de la crisis internacional de los años 30, aunque realmente tuvo que dedicar casi todos los esfuerzos al ámbito interno, cada día más inestable que el exterior, si esto hubiera sido posible.

Es claro que el motivo del NO apoyo internacional total y abierto al gobierno de la República española durante la guerra civil, no se produjo por ausencia de una política exterior, ni de relaciones internacionales, sino que quizá, dada la situación de preguerra en Europa durante nuestra Guerra Civil -terminó la española y comenzó la mundial- fue, por las cautelas de las grandes potencias para no despertar con molestias a Alemania, que ya buscaba cualquier excusa para intervenir y comenzar a expandirse; Alemania apoyaba al bando nacional español y hubiera percibido como declaración hostil cualquiera ayuda al bando republicano.

Francia amagó inicialmente con apoyar al gobierno republicano -bajo pago previo de su elevado importe-, pero inmediatamente, al ver la posición de neutralidad británica, reculó para seguir los pasos de la política del Reino Unido.

Al estar los levantados del bando nacional español apoyados por Alemania Italia y Portugal con suministros armamentísticos y de unidades aéreas y terrestres a CRÉDITO, una muestra formal de apoyo de Francia, Reino Unido u otra gran potencia democrática al gobierno de la República española, hubieran podido desencadenar con toda seguridad algo similar a lo iniciado por Alemania en los Sudetes o en Polonia, EN DONDE COMO PUDO VERSE, la posición de las potencias democráticas, TAMBIÉN fue ambigua, COMO EN EL CASO DE ESPAÑA, y de no intervención inicial.

Las potencias democráticas posteriormente, quisieron mostrar algún tipo de colaboración con España, enviando batallones aislados que participaron en la campaña del lado republicano, pero de pequeña entidad y por tiempo limitado.

O sea, puede resumirse que el no apoyo de las potencias democráticas al gobierno republicano de España, fue por miedo de no despertar a la bestia alemana y no como se ha pretendido hacer verdad, por la ausencia de política internacional y de relaciones con el exterior del gobierno de la República española salido de las urnas en febrero de 1936.

Existen dudas razonables de que tras la catástrofe del III Reich y del régimen de Benito Mussolini, los créditos del bando nacional por el apoyo militar fueran ni conveniente ni totalmente devueltos a Alemania y a Italia.

Los apoyos de armamento soviético al gobierno de la República, fueron realizados contra el pago previo del desaparecido ORO del Banco de España, luego denominado Oro de Moscú. También los pequeños contingentes iniciales de aviones franceses en apoyo al gobierno republicano, fueron cobrados al contado, a un precio 75% superior al del ejército francés y sin armamento, ni instructores.

Alexander Orlov fue destinado por Stalin a Madrid en el verano de 1936 como enlace del NKVD -la policía política soviética- con el Gobierno español.

Orlov jugó un papel esencial en el envío de armas del régimen soviético para el apoyo a la causa republicana, comenzando en septiembre de ese año a llegar los primeros suministros. El gobierno español se comprometió a pagar con el oro de las reservas del Banco de España.

Stalin, a finales de octubre de 1936, ordenó a Orlov partir con los lingotes de oro que estaban en el puerto de Cartagena en varios buques hacia Odessa en el Mar Negro; la autorización de la entrega del oro fue firmada por Negrín y Largo Caballero.

Orlov murió en Cleveland en 1973, llevándose a la tumba los secretos que rodearon la historia de aquel oro.

El volumen final de la ayuda soviética al gobierno republicano a lo largo de la Guerra Civil fue de 648 aviones, 347 tanques, 60 vehículos blindados, 1.186 piezas de artillería, 340 morteros, 20.486 ametralladoras, 497.813 fusiles, 3,5 millones de proyectiles, 862 millones de cartuchos, 110.000 bombas de aviación y cuatro torpederas, según las cifras dadas por el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del País Vasco, Ricardo Miralles , en su artículo sobre la Operación X de la revista La Aventura de la Historia. Hay que añadir otros 66 igreks -barcos de transporte que tuvieron que vadear el cerco impuesto por la marina de Franco en el Mediterráneo y entrar en España por la costa atlántica de Francia- para introducir las armas. Junto estos suministros vinieron, pilotos, tanquistas, asesores militares, técnicos, especialistas en armamento, instructores, ingenieros aeronáuticos, mecánicos, radio operadores y traductores, aproximadamente en número de 2.200.

Carro soviético T 26.

El volumen de dicha aportación fue grande, pero la de Alemania e Italia al bando nacional fue mayor, pues solo en aviones enviaron más del doble que los enviados por los soviéticos. Los alemanes habían enviado 600 aviones, entre los que se encontraban 136 Messerschmitt Bf 109, 93 Heinkel He 111 y 63 Junkers Ju 52 y los italianos 660 aviones, de los cuales destacaban 350 cazas Fiat CR 32, 100 Savoia-Marchetti S.M.79 y 64 Savoia-Marchetti S.M.81.

Messerschmitt Bf 109.

Junker Ju 52.

Heinkel He 111.

Savoia-Marchetti S.M.

Además de los aviones, el bando nacional recibió 260 carros de combate, 1.730 cañones, fusiles, y municiones. Ford suministró a lo largo de la guerra entre 12. 000 y 15. 000 camiones a los sublevados y la compañía Texaco vendió carburante barato al bando franquista.

Las ayudas en hombres al bando sublevado se materializaron en la Legión Cóndor alemana -6.000 hombres- y en el Corpo di Truppe Volontarie italiano- alrededor de 40.000 hombres- más un contingente de combatientes portugueses denominados Viriatos -entre 8.000 y 10.000-. Los auténticos voluntarios -sin paga- que combatieron del lado del bando nacional fueron unos mil o mil quinientos hombres, entre los que destacaron la Brigada Irlandesa del general O´Duffy, integrada por unos 700 efectivos que habían venido a combatir a España para “librar la batalla de la cristiandad contra el comunismo“, y entre 300 y 500 franceses de la ultraderechista Croix de Feu que constituyeron el batallón Juana de Arco.

También hay que contar a los miles de marroquíes del Protectorado de Marruecos que fueron enrolados en las tropas de Regulares.

Música: L Boccherini La Musica Notturna delle Strade di Madrid   Op 30 n 6 (G 324) . Parcial. J Saval