FAUVISMO.
Ayer, día madrileño lluvioso, después de deshacerme de la bruma espiritual que me ocupa los días muy grises, tomé mi bastón blanco que utilizo más cada día, y que me ayuda a conducir mi ceguera del desconocimiento por estos mundos de Dios, aterricé en unos apuntes que tenía sobre el fauvismo y los recuerdos de una exposición a la que asistí hace ya algunos años en la fundación Mapfre del FAUVISMO; se exponían más de un centenar de óleos, dibujos, acuarelas, y unas cuantas cerámicas…
Recuerdo que fui con mi amiga Lucía, y al llegar a la taquilla, nos preguntaron si teníamos algún seguro con MAPFRE –sería gratis–, o que si tenía yo más de 65 años -2 €–. Esta última opción fue autocontestada por la señorita que vendía las entradas, en silencio…No fue necesario que mostrara mi edad, permaneciendo mi ego tranquilo, aceptando lo que se aparenta y se es. Mostré mi seguro con MAPFRE, así que pagamos 0…y entramos volando…mientras Lucía sonreía condescendiente y comprensiva, ya que sabe perfectamente mi edad…
En el siglo XX, el arte en la pintura estuvo configurado por múltiples corrientes –“ismos”– que no se sucedieron siempre en el tiempo, sino que algunos convivieron y se relacionaron entre ellos, generando nuevos movimientos artísticos.
No es adecuado afirmar que fuera en el siglo XX cuando se produjo la gran ruptura en el arte con todos los movimientos artísticos anteriores. Fue a finales del siglo XIX, y debido básicamente a la Revolución Industrial, a la aportación de las nuevas y reveladoras teorías filosóficas, y a la búsqueda de los artistas del plein air, generando todo ello, una necesidad de cambio que provocó diversas corrientes artísticas, a veces tan distantes entre ellas, como las tendencias naturalista, realista o la conceptual.
Tras el Neoclasicismo, el Romanticismo y el Realismo en el siglo XIX, nació el Impresionismo a finales del mismo y su derivada el Puntillismo –del que se pueden ver en algunas de las obras fauvistas una clara influencia–, surgiendo como una reacción contra el arte académico, y siendo considerado el punto de partida del arte contemporáneo, intentando plasmar sobre todo la luz y los efectos de la misma sobre los objetos y la naturaleza, sin anular la importancia de lo representado. El Impresionismo surgió tras el Eclecticismo –que rompió los estilismos anteriores pero sin personalidad propia señalada– y como una continuación del Realismo.
El Postimpresionismo a finales del siglo XIX y principios del XX intentó llevar más emoción y expresividad a la pintura si cupiera, aproximándose a la naturaleza aún más que los impresionistas, ofreciendo una visión más subjetiva del mundo, con gran interés por las formas geométricas y la luz inherente a la percepción de la naturaleza, con fuertes pinceladas coloristas, que mostraban las emociones del artista. Así llegó el FAUVISMO, movimiento pictórico francés de corto recorrido temporal, caracterizado por un empleo provocativo de los colores primarios, secundarios y complementarios, que pronto se deslizaría hacia el cubismo de la mano de Braque y Picasso.
Seguirían después, pero conviviendo algunos: el Expresionismo, el Expresionismo abstracto, el Cubismo, el Futurismo, el Dadaísmo, el Surrealismo, el Neoplasticismo, la Abstracción geométrica…Collage…Mashup…
El término fovismo o fauvismo, surgió durante la celebración del Salón de Otoño de París de 1905, donde tuvieron los organizadores problemas para clasificar algunas de las obras presentadas. Fue lo mismo que pasó cuando los impresionistas se presentaron en los Primer y Segundo Salones de París y fueron calificados de “incoherentes”, ellos y sus obras, siendo excluidos del salón por expresarse de un modo tan distinto a lo que hasta entonces había sido “normal”.
El crítico Louis Vauxcelles afirmó sobre el conjunto de las obras fauvistas presentadas en el Salón: “Mais c’est Donatello parmi les fauves” (Pero, es Donatello entre las fieras), por lo que de la palabra fauve –bestia– derivó le fauvisme (fauvismo o fovismo). La mención a Donatello se debe a que en la misma sala había una escultura de corte renacentista, un bronce del escultor Albert Marque –no el pintor fovista– representando un niño con un estilo que recordaba a Donato di Niccolò di Betto Bardi, conocido como Donatello, artista y escultor florentino de finales del siglo XIV y del XV, y uno de los padres del Renacimiento italiano junto a Brunelleschi, Masaccio y Battista.
Este movimiento pictórico fovista duró cuatro años, de 1904 a 1908, y el rechazo de la crítica fue lo que le convirtió en el movimiento de vanguardia en París. En 1904, Henri Matisse, considerado el padre del fauvismo, pintó Lujo, calma y voluptuosidad, siendo esta obra, la que se convirtió en bandera del movimiento, aun pudiendo y debiendo ser encuadrada en el Postimpresionismo (puntillista como se puede ver).
André Derain. Retrato de Matisse. 1905. Óleo sobre lienzo. 46 x 35 cm. Tate Modern. Londres.
Henri Matisse. Luxe, calm et volupté. 1904-1905. Óleo sobre lienzo. 93,3 x 118,5 cm. Musée D´Orsay. París.
La continuidad reforzada del color, la libertad en la expresión, la transgresión, la ausencia de perspectiva, del modelado y del claroscuro, son algunas de las características de este movimiento llevado a cabo por jóvenes artistas, animados de la vitalidad propia de la juventud y el ánimo revolucionario de la misma. El uso subjetivo del color, la simplificación en el dibujo, los colores chillones –a veces– y los acabados rústicos llevados a cabo por Matisse en las obras presentadas en el Salón de Otoño, fueron reprobados por la crítica. Poco después, se unió al movimiento Maurice de Vlaminck y André Derain que aparecieron como protesta contra el Positivismo –o Realismo– y el Impresionismo. Sus principales influencias pictóricas fueron de Paul Gauguin y filosóficas de Nietzsche, Zola y Huysmans.
El maestro de todo el grupo fue Gustave Moreau –gran simbolista que falleció en 1898–, que no enseñaba ninguna doctrina concreta, sino que animaba a sus alumnos a pintar de la manera más adecuada a su temperamento. De la obra de Gauguin aprendieron la libertad en el uso del color, así como a dejarse llevar por el instinto y por el temperamento de cada cual para pintar. Para los fauvistas, el cuadro debía ser básicamente expresión, más que composición y estructura.
La creación de volúmenes a través de las relaciones entre colores, a veces estridentes, las distorsiones neo impresionistas aunque sin olvidar la función decorativa, utilizando frecuentemente líneas onduladas, las estructuras simplistas, los trazos toscos, la luminosidad apasionada y los brochazos fuertes, conforman las características principales de este movimiento tan estético y de sentimientos, que rechaza los convencionalismos pictóricos incluso de los movimientos inmediatos anteriores, siendo algunos de los artistas más reconocidos del movimiento: Henri Matisse, Maurice Vlaminck –de lo mejor–, Georges Braque –de lo más inteligente–, André Derain -fantástico-, Othon Friesz, Albert Marquet, Raoul Dufy, Charles Camoin, Enric Manguin, Jean Puy, George Rouault, Kees Van Dongen…Aunque a mí personalmente, me agarren más los sentimientos y me abracen mejor el alma los brochazos y los colores del impresionismo, se debe objetivar que los fovistas fueron grandes acróbatas de la luz y del color.
Este movimiento nació en Francia, pero no fue exclusivo de este país, existiendo también artistas fovistas en Bélgica –los fovistas de Brabante–, España y Hungría.
Paul Signac publicó un tratado en fascículos que fue capital para los fovistas, titulado D’Eugène Delacroix au néo-impressionnisme.
Superaron el puntillismo marcado por Paul Signac que influyó sin duda en Matisse –Luxe, calm et volupté y mujer con sombrilla–, en Derain –Bateaux à Coillure–, en Vlaminck –Restaurant de la Machine à Bougival–, y tantos otros…
Maurice Vlaminck. Restaurant de la Machine à Bougival. 1905. Óleo sobre lienzo. 60 x 1815 cm. Grand Palais. Musée D´Orsay. París.
André Derain. Bateaux à Collioure. 1905. Óleo sobre lienzo. 60 x 53 cm. Museum Kunstpalast. Düsseldorf. Alemania.
Albert Marquet, es autor de una gran variedad de paisajes y escenas parisinas, principalmente del río Sena y de sus puentes, todos ellos plasmados a través de trazos simples y enérgicos, donde pueden apreciarse su habilidad para simplificar y atrapar la esencia del paisaje que tiene frente a sus ojos. Más adelante, abandonaría el fauvismo y desarrollaría un estilo más naturalista y convencional, dejando a un lado los colores rotundos y derivando hacia los grises atmosféricos, los blancos sucios y ocres, manejando con soltura brumas y humos, deshaciéndose de lo accesorio y usando perfiles negros y gruesos en sus paisajes urbanos.
Albert Marquet. Quais des Grands-Augustins. 1905-1906. Óleo sobre lienzo. 60 x 73 cm. Musée des Beaux -Arts André-Malraux. Le Havre. Normandía. Francia.
Cézanne influyó posteriormente en los fauvistas, simplificando las geometrías y utilizando menos colores, ayudando a derivar hacia el cubismo. Influyó notablemente y de forma rápida en Braque –Petite baie de la ciotat–, que comenzó a incluir textos en sus pinturas y a manejar el collage, sobre todo, tras la exposición retrospectiva de Cézanne de 1907 y tras conocer a Pablo Picasso en la época de Las señoritas de Avignon, que hizo que cambiara su estilo, siendo con Picasso los precursores del cubismo.
Georges Braque. Petite baie de la ciotat. 1907. Óleo sobre lienzo. 36 x 48 cm. Centre Pompidou. París
Othon Friesz recuerda a Gauguin en algunas obras, aunque con colores más fríos y menos brillantes –Les baigneuses des Andelys–.
Othon Friesz. Les baigneuses des Andelys. 1908. Óleo sobre lienzo. 97 x 162 cm. Musée Petit Palais. Ginebra. Suiza.
Kees Van Dongen pintó la figura humana de los cafés y del mundo marginal, y también a menudo paisajes con un lirismo descabellado, reflejando en su obra la ambición del mundo por el poder y el dinero. En sus obras que no son paisajes, utiliza perfiles muy negros y acentuados.
Kees Van Dongen. Femme fatale. 1905. Óleo sobre lienzo. 81,9 x 60,9 cm. Colección privada.
Matisse no navegó hacia los cauces del cubismo. Su última etapa la marcó la escultura y el corta, pinta y pega, creando cuadros abstractos a partir de recortes de papel de colores, siendo esta herramienta la que le llevó a ser uno de los precursores del collage. Algunas de estas piezas como El caracol fueron tenidas en gran consideración, al igual que la serie de Desnudos azules, cartulinas cortadas, pintadas en gouache y montadas sobre un papel que luego adheriría a un lienzo. Dos días antes de su muerte, en noviembre de 1954, seguía inmerso en la producción de sus cut-outs et gouaches découpées.
El caracol.
Nu bleu I. Desnudo azul I.
En el Thyssen Bornemisza de Madrid hay una magnífica colección de obras fauvistas, como por ejemplo:
André Derain. Puente de Waterloo. 1906. Óleo sobre lienzo. 80,5 x 101 cm. Museo Thyssen Bornemisza Madrid.
George Braque. Marina, L´Estaque. 1906. Óleo sobre lienzo. 59x 72,4 cm. Museo Thyssen Bornemisza Madrid.
Maurice de Vlaminck. Jarrón azul con flores. 1906. Óleo sobre lienzo. 81,5 x 45,7 cm. Colección Carmen Thyssen. Museo Thyssen Bornemisza Madrid.
Notas:
Colores primarios: rojo, amarillo y azul.
Colores secundarios: se obtienen mezclando colores primarios: rojo + azul= violeta; rojo + amarillo= naranja; amarillo + azul= verde.
Colores complementarios: se entiende por color complementario, el color que no contiene al otro en la mezcla para los secundarios: para el verde es el rojo, para el azul es el naranja y para el amarillo es el violeta.
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Me ha encantado como siempre.
Lo puse en mi Blog:
https://villaviciosacoroneles.blogspot.com/2024/11/fauvismo.html
Gracias Chevi