VIAJE A EGIPTO. Parte 3.
Tras desayunar muy temprano, partimos hacia el aeropuerto de El Cairo situado al noreste de la ciudad y a 15 km del centro, para tomar el vuelo que salía a las 09,25, que tras una hora de duración aterrizó en Luxor.
Desde el aeropuerto nos trasladaron a la motonave AMARCO –siempre con cuñita en medio–, que sería nuestro hogar los siguientes días. Los camarotes nos recibieron con graciosas formas que reposaban en las camas, algo engendrado entre muñecos y dioses, lo que por esa tierra abunda. Al terminar de ocupar los camarotes salimos a uno de los innumerables y agobiantes mercadillos que existen en todas las ciudades de Egipto. Almorzamos en el barco con horario europeo, y sobre las 14,00 nos trasladamos en primer término a Luxor y posteriormente a Karnak.
Egipto fue el primer estado en la historia del mundo recordado, que estableció un sistema administrativo con una misma capital como centro político, administrativo y religioso.
Durante el período predinástico, existieron confederaciones con jefes o reyes residentes en alguna ciudad de la misma. La del Bajo Egipto -norte- fue Buto, y el emblema real era la urea o aspid sobre la corona roja, siendo el símbolo de ese territorio el papiro. La capital del Alto Egipto -sur- fue Nekheb, situada entre Asuán y Luxor, siendo el emblema real una corona blanca con un buitre y el símbolo de esa confederación fue el loto.
Papiro.
Loto.
Tras la unión de los dos territorios bajo el cetro del faraón Menes, unos 3.000 años a.C., Menfis se convirtió en la primera capital del Egipto unificado, encontrándose a unos 20 kilómetros al sur de El Cairo, en la orilla oeste del Nilo. Fue la ciudad del mundo más poblada de su época. Aunque perdió con el tiempo la capitalidad, siguió siendo importante hasta el establecimiento de Alejandría como capital, tras la conquista de Egipto por Alejandro Magno en el 332 a.C.
Con el paso del tiempo, los egipcios consideraron que el emplazamiento más adecuado para la capital debía ser, en el Nilo, más hacia al sur, y así se trasladó a Tebas -actual Luxor-, a unos 800 km del delta en la parte media del Alto Egipto. Tebas había existido como pequeño nudo comercial, siendo capital del IV nomo, desde 3200 a.C. con el nombre de Uaset. Fue capital de Egipto fundamentalmente durante el Imperio el Nuevo.
Fue construida en gran parte, en las llanuras aluviales del valle del Nilo, que allí realiza una notable curva, construyéndose en un eje noreste-sudoeste. En consecuencia, la ciudad se situó en la parte oriental del Nilo, con los palacios reales, los templos, los edificios administrativos y el espacio de los ciudadanos, siendo la zona en la que se desarrollaba la vida, y al oeste, una vasta zona necropolitana, con cementerios reales, privados y complejos funerarios.
Tebas fue dividida por un canal, al sur del cual surgió Luxor, y hacia el norte fue extendiéndose el pueblo de Karnak.
El desarrollo administrativo de la ciudad se produjo con las dinastías IX y X -desde 2160 a.C.- y permaneció así durante 7 dinastías, con alguna excepción, hasta el reinado de Amenhotep IV, Amenofis IV o Ajenaton -X faraón de la dinastía XVIII casado con Nefertiti- quien cambió a Amón por Atón como principal dios del Imperio, y trasladó la capital a una nueva ciudad que mandó erigir sobre la existente Amarna, bautizándola con el nombre de Akenaton, Tras su muerte, su hijo Tuthankamon regresó al dios Amón y devolvió la capitalidad a Tebas, que volvió a ser la sede del gobierno, posiblemente presionado por los sacerdotes de Amón.
El mayor esplendor de la ciudad se produjo durante la XVIII dinastía. La fama de la ciudad durante los seis siglos de máximo esplendor, alcanzó cotas increíbles para la época, y el dios Amón fue elevado a dios nacional, edificándose en su honor grandiosos templos en la ciudad. Homero en el IX canto de la Ilíada habla de Tebas como la ciudad de las cien puertas y el mundo susurraba que era la ciudad en la que en las casas ricas encerraban tesoros.
La importancia de la ciudad se mantuvo hasta que los ramésidas -los Ramses- pertenecientes a la XIX dinastía la abandonaron para establecerse en el Delta. Tebas, no obstante, tenía demasiada influencia religiosa como para caer en decadencia. Incluso con la XXV dinastía, fundada por los etíopes, que conquistaron y sometieron a todas las regiones del sur, la ciudad fue respetada. Posteriormente fue invadida y saqueada por los asirios en el año 672 a.C., perdiendo gran parte de sus edificios y riquezas. Las incursiones efectuadas por Asarhaddón -rey de Asiria entre 681 y 669 a.C., hijo del rey Senaquerib– se repitieron de forma muy violenta; sus habitantes fueron esclavizados y vendidos, los edificios destrozados y las riquezas de la ciudad tomadas como botín. Posteriormente Assurbanipal –el último gran rey de Asiria entre 668 y 627 a.C.-, en el año 665 a. C., la saqueó nuevamente y deportó a sus habitantes. Este fue prácticamente el final de la ciudad y aunque el gran templo de Amón fue reconstruido por Psamético I de la XXVI dinastía, los Ptolomeicos terminaron de destruirla y, en el siglo I a.C., los romanos solamente encontraron ruinas, que más tarde fueron usadas por los cristianos como material para la construcción de sus iglesias. Gracias al sacrilegio que para los primeros cristianos representaban las imágenes que aparecían en los templos fueron recubiertas con yeso, y eso ha permitido que nos llegue gran parte de las obras escultóricas que existieron en la época.
Asarhaddón, Assurbanipal y Senaquerib con su padre Sargon II.
De todas las edificaciones que debió haber en la ciudad de Luxor hace 3.000 años, sólo queda El gran templo de Luxor o Harén meridional de Amón, y en Karnak, el Recinto de Amón, el Recinto de Mut, esposa de Amón representada por un buitre, y el Recinto del hijo adoptivo de ambos, Montu, representado por una cabeza de halcón con el dios solar, deidad de la guerra, que eran los tres que formaban la triada tebana.
Gran templo de Luxor o Harén meridional de Amón
El templo de Luxor es un gran complejo de templos en la actual Luxor, dedicado a Amón, el dios creador, que a menudo fue fusionado con el dios del sol Ra en Amón-Ra.
La construcción del templo se inició durante el reinado de Amenhopet III en el siglo XIV A.C. Horemheb y Tutankamón participaron añadiendo columnas, estatuas y frisos, y Akhenaton instaló un altar al dios Atón. Sin embargo, el gran esfuerzo en el crecimiento del templo se realizó durante el reinado de Ramsés II, alrededor de 100 años después de que se colocasen las primeras piedras.
El templo cayó en desuso durante el Período Tardío. Alejandro Magno parece que llevó a cabo importantes obras de reconstrucción para restaurar la gloria de la época de Amenhotep. El templo más tarde se convertiría en un lugar de culto romano.
Durante la época de la conquista árabe, el templo fue enterrado debido a los sedimentos depositados por el río y una mezquita, la del jeque Abu Haggag, fue construida en el mismo lugar.
El templo de Luxor cuenta con varias puertas monumentales; la primera de ellas tiene una altura de 21 metros y está guardada por enormes estatuas y adornada con varios obeliscos.
En el complejo hay varias zonas abiertas que se utilizaban para diversas formas de culto, pero actualmente están vacías. Las adiciones posteriores incluyen un santuario dedicado a Alejandro Magno, un santuario romano y un santuario islámico.
La entrada al templo era, y sigue siendo, desde el norte, donde se encuentra una larga calzada con esculturas de esfinges a cada lado. Esta calzada, conocida como Vía Sacra o Avenida de las Esfinges, fue una adición posterior que data de la época de Nectanebo I de la XXX dinastía.
El templo propiamente dicho comienza con un pilón o pilono* de 24 metros de altura construido por Ramsés II. El pilón estaba decorado con escenas de los triunfos militares de Ramsés II (sobre todo de la batalla de Qadesh de resultado ambiguo ya que los hititas también exaltaron su victoria) y de faraones posteriores, en particular de las dinastías de nubios y etíopes, que también grabaron sus victorias en este lugar.
Esta entrada principal al complejo del templo estaba flanqueada originalmente por seis colosales estatuas de Ramsés, cuatro sedentes y dos en pie, pero hoy, sólo dos de las sedentes han sobrevivido. También ha conseguido sobrevivir un obelisco de granito rosa de 25 metros de altura. Este obelisco se encontraba junto a otro más hasta el año 1.835, cuando fue llevado a París e instalado en la Plaza de la Concordia (los franceses hacen como los ingleses, siempre lo mismo).
Si atravesamos el pilón de la entrada, llegamos a un patio peristilo, también construido por Ramsés II. Esta zona y el pilón fueron levantados en un ángulo oblicuo con respecto al resto del templo, presumiblemente para acoger a tres santuarios ya existentes situados en la esquina noroeste.
Encima de las viejas columnas de este patio se encuentra la mezquita del jeque Abu Haggag, combinando elementos egipcios e islámicos. Incluso hay una puerta situada a unos 8 metros por encima del suelo, ya que la mezquita se construyó cuando el templo de Luxor estaba completamente cubierto de sedimentos del río. La mezquita data del siglo XI d.C. y las columnas sobre las que está construida del siglo XIV a.C.
Tras el patio peristilo llega una columnata procesional construida por Amenhotep III. Se trata de un corredor de 100 metros bordeado de 14 columnas con capiteles en forma de flor de papiro en las que se describen las etapas del festival Opet de sacrificios en Karnak. La decoración de estas columnas fue llevada a cabo por Tutankamón.
Más allá de la columnata, se encuentra otro patio peristilo que también se remonta a la construcción original por parte de Amenhotep. Las columnas mejor conservadas se encuentran en el lado Este, donde se pueden ver rastros originales de color. El lado sur de este patio se compone de una sala hipóstila de 32 columnas que conduce a distintos santuarios del interior del templo.
Los santuarios internos comienzan con una oscura antesala. De particular interés son los estucos romanos que aún se pueden ver construidos por encima de las esculturas egipcias. En la época romana esta zona sirvió como capilla donde se ofrecía a los cristianos locales una última oportunidad de renunciar a su fe y abrazar a los dioses paganos.
Además, hay un santuario para el uso de Amón y otro que conmemoró el nacimiento de Amenhopet III. Este último cuenta con murales pintados muy detalladamente que muestran la afirmación del faraón que fue engendrado por Amón, y por lo tanto, de origen divino.
Un conjunto de 26 estatuas del Imperio Nuevo, se encontraban bajo el suelo de estos santuarios, presumiblemente escondidas por piadosos sacerdotes durante algún momento de conmoción interior o invasión. Estas espléndidas piezas se exhiben en el cercano Museo de Luxor.
*El pilono o pilón, que significa -del griego- puerta grande o portal, es una construcción con forma de pirámide truncada, a modo de gruesos muros, que, erigidos por pares, flanquean la entrada principal de los templos del Antiguo Egipto; en el espacio dejado entre ambos se encuentra la puerta.
To be continued in part 4.
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Gracias, mi Capitan.
Lo digo lo de “mi Capitan” con todo mi cariño y respeto pues este es el apelativo con el que fui subordinado suyo en los años 80…..y lo hago en el recuerdo de aquellas platicas que nos daba a toda la 4ª Cia de la IBPAC en las tardes de teórica, sobre las Nuevas Ordenanzas Militares que entraban en vigor por aquella época, renovando las que todavía continuaban en vigor desde el Rey Carlos III (que buenas deberían de ser para todavía ser útiles y continuar hasta la fecha).
Cada semana de entregas puntuales de sus elaborados post de arte con que nos tiene acostumbrados, nos deja una pincelada mas de cultura y que vuelvo a transmitir desde aquí, mi agradecimiento. El trabajo de compilación y edición debe de ser con muchas horas para que su resultado final nos llegue tan ameno con gráficos y musica de fondo para su lectura mas que entretenida y con un contenido digno de hacer un compendio de historia del arte a través de sus viajes y paseos a los museos. Muchas gracias mi Capitán por su blog de mas que cultura, y también por la suerte que tuve de estar bajo su mando pues a la vuelta de los años sé, que pude engrandecer mis valores con su ejemplo del que fui testigo.