Lo que me susurró el CAMINO 2018. La EMIGRACIÓN y los INDIANOS. Parte 1.

Tras finalizar el intento de resumen de la historia del reino de Asturias, pasaré a relatar solamente aquellas cosas que me llamaron más la atención, por una u otra razón, durante la realización de la parte del Camino de Santiago que llevamos a cabo este año, que consistió básicamente en atravesar la Comunidad de Asturias de este a oeste, por la variante del Camino del Norte,  denominado de la Costa.

Asturias en líneas generales me pareció de una belleza extraordinaria, tanto sus montes como sus playas, y de magnífico yantar, de tal manera que habrá que buscar en lo económico, las razones que puedan explicar el movimiento emigratorio que se ha producido desde esta tierra a lo largo de los últimos siglos, especialmente en el XIX y XX, probablemente por la falta de oportunidades, o a lo mejor -es broma, claro-, emigraron por el mismo motivo que quizá lo hicieron Eva y Adán, pecando, para ser expulsados del Edén, porque tanta belleza y buen rollo –la de Paraíso-,  les pudiera haber aburrido, prefiriendo nuestros primeros padres, los gin tonics en una terraza de la Castellana en primavera…

Me llamaron la atención la relativa hosquedad o escasez  general de simpatía de los asturianos, más acentuada al este que al oeste, y desde luego más en la ruralidad que en las ciudades, y el lenguaje o deslenguaje en los pueblos de la ruralidad –no me refiero al bable– vituperante, procaz y deslenguado, tanto de mujeres como de hombres, aunque haya algunos estudios de los que hacen ahora, que determinan que es muy bueno decir palabrotas y blasfemar, porque hace a las personas más honestas, felices, sanas y fuertes…será eso…O lo que contesta Dios cuando le protestan los que son de tierra marrón, al comparar sus paisajes con  la belleza de las tierras que son verdes…esperad  a que compense con sus habitantes…

En Asturias, mayoritariamente verde -durante siempre-,  se pueden ver por el campo ingente número de casas de colores llamativos como el albero, añil, rosa palo, verde, morado, amarillo…; pregunté si esas casas existieron desde siempre con esos colores, obteniendo por respuesta que ha sido algo de los últimos 50 años. Quizá se busquen contrastes con el bello y monocolor verde –gin tonics en la Castellana- para buscar la variedad, o a lo mejor es un intento de copiar algo del estilo indiano.

Y al pensar en los indianos, es fácil que venga a la mente un flash, de lo que a diario vemos sobre el asunto de las corrientes migratorias, que trae el recuerdo de que eso  lo vivieron compatriotas nuestros, que desde que me alcanza la memoria -y seguro que antes también-, emigraban en gran número a Europa, y anteriormente a América, buscando un futuro mejor.

Había oído hablar, como no, de las casas de indianos existentes a lo largo y ancho de la geografía española -especialmente en el norte de España-, cómo casas de estilo colonial o  ecléctico, pero nunca llegué a imaginarme la cantidad existente -especialmente en Asturias- y de su riqueza -ya decadente y casi perdida-, por lo que me pareció un tema interesante para traer a estas páginas, unido al de la migración.

Es difícil juzgar las cosas pasadas no vividas, no porque sea necesario vivirlas para juzgarlas, sino porque en la época que ocurrieron, eran diferentes los parámetros sociales, morales, económicos y educacionales por los que se actuaba, vivía y sentía, y por tanto un juicio a tiempo pasado, a no ser que se establezcan de forma  acertada inicialmente los parámetros de la época que se juzga, podrá ser errado. También puede aplicarse lo expuesto, a los juicios de valor esgrimidos sobre actuaciones llevadas a cabo en países ignotos, cuya cultura, costumbres tradicionales o religión desconocemos, y que al juzgarlas con nuestra mentalidad, tendremos gran posibilidad de errar.

El género humano de todas partes del mundo y en todos los tiempos, ha emigrado: desde períodos del paleolítico y neolítico y después, llegando a los viajes de hace cinco o seis siglos a Asia y América, los generados como consecuencia de los pogromos judíos del siglo XIV en Centroeuropa, siglo XV en España y siglo XX en Rusia, de los franceses, alemanes e italianos durante las dos grandes guerras mundiales, los que se generaron como consecuencia de la desmembración de Yugoeslavia, cuando los bosnios iban con su casa a cuestas de un lugar a otro, luego sirios, iraquíes, afganos …y ahora la africana…hacia Europa o de un país a otro de ese continente, o la centroamericana hacia Méjico y EEUU, porque desde siempre, el género humano se mueve intentando buscar una vida mejor. Naturalmente, las desbandadas actuales sin tener asegurado algo en el lugar de destino, difieren  de las de antaño, en las que la mayor parte de los que emigraban tenían trabajo previsto o muchas posibilidades de conseguirlo, aunque fuera de tercera clase, y estaban obligados a aceptar las leyes, cultura  y normas de convivencia del país anfitrión.

Lo que sí parece claro, es que para emigrar sin conocer el idioma ni la cultura del lugar de arribada, son necesarias, o gran valentía o escasez de discernimiento, pero en ambos casos se necesita la virtud del coraje,  virtud que el ser humano comparte con los dioses y con los animales, y deja de serlo  cuando se ejerce, convirtiéndose entonces  en cualidad.

España durante los siglos XIX y gran parte del XX, fue un país pobre, al que las guerras civil y mundiales, no ayudaron a salir del estado de España Negra  y pobre que arrastraba desde el siglo XVIII, derivada de los costes del mantenimiento del Imperio Español.

Antes de hablar de los indianos, podría ser interesante recordar, el comienzo del poema de la voz más importante de América tras Rubén Darío, referido a cómo veía él la España en esa época…

 ESPAÑA EN EL CORAZÓN: Pablo Neruda. Publicado en 1937.

 Cómo era España

Era España tirante y seca,

diurno tambor de son opaco,

llanura y nido de águilas, silencio

de agotada intemperie.

Cómo, hasta el llanto, hasta el alma

amo tu duro suelo, tu pan pobre,

tu pueblo pobre, cómo hasta el hondo sitio

de mi ser hay la flor perdida de tus aldeas

arrugadas, inmóviles de tiempo

y tus campos minerales…

Y volviendo a la emigración,  me parece que emigrar pudiera equivaler a volver a nacer…

Durante la primera mitad del siglo XIX, la emigración transoceánica española no pudo ser muy numerosa, ya que la legislación migratoria hasta 1853 fue sumamente restrictiva. Sería en la segunda mitad del siglo, cuando los países con capacidad de gran desarrollo y escasa población, atraerían a miles de emigrantes españoles y de otros países empobrecidos. La demanda de mano de obra, y la presión demográfica generalizada en Europa y, particularmente en los países poco industrializados del Mediterráneo, como España, exportarían a los países del otro lado del océano, sus excedentes de población, especialmente, de los que no veían futuro laboral en sus vidas. La emigración española procedió, en su mayoría, de Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, las Islas Canarias, Cataluña y Castilla y León.

Los pasaportes, que existían desde principio  del siglo XVIII, fueron regulados como obligatorios en 1835, cuando se estableció que para la salida hacia América era precisa la expedición de un pasaporte, en cuya tramitación debían acreditarse los motivos del viaje,  la ausencia de impedimentos, así como el certificado de penales y de buena salud.

De  los 3.300.000 españoles, aproximadamente,  embarcados entre 1880 y 1930, 1.600.000 se dirigieron a Argentina, 1.100.000, a Cuba, 250.000 a Brasil, 82.000  a Uruguay y 270.000 a otros varios  países americanos. Los puertos de salida fueron principalmente, Almería, Barcelona, Bilbao, Cádiz, La Coruña, Gijón, Las Palmas, Santa Cruz de Tenerife, Málaga, Santander, Valencia y Vigo, y los de destino más frecuentes, los de Buenos Aires, La Habana, Sao Paulo, Santos –a 70 kms. de Sao Paulo- y Montevideo. También algunos españoles que partieron hacia América, lo hicieron desde puertos extranjeros, principalmente franceses, con Burdeos como el más activo y en menor medida Marsella, Cherburgo y El Havre. También desde Lisboa, Liverpool y Glasgow se registraron emigrantes españoles para viajar al continente americano en el siglo XIX.

Argentina fue el país hispanoamericano que mejor supo utilizar la propaganda, y el que recibió mayor número de inmigrantes españoles, pero el proceso de crecimiento económico, y diversas convulsiones de orden político, atrajeron a nuestros compatriotas también a  Venezuela y Méjico.

To be continued in part 2.